Xing Sa es una nuevo grupo francés formado por tres miembros de la banda Setna, Nicolás Goulay (teclados), Christophe Blondel (bajo) y Nicolás Candé (batería). Aún así, hay bastante diferencia entre las dos bandas, entre otras cosas porque mientras que en Setna es Candé quien compone los temas y dirige el grupo, Xing Sa es un proyecto del teclista Nicolás Goulay, encargándose él de escribir todas las composiciones. En su primer trabajo, «Creation De L’ Universe» cuentan también con la colaboración de Yannick Duchene a la voz (aunque el disco es practicamente instrumental), Gilles Wolff al saxo tenor y Fabien Lenoir al gong.
El disco se abre con “Feu” (13’06), dividido en tres partes. La primera comienza con el sonido de un gong que se acerca poco a poco. Entra el piano eléctrico, esbozando unas pocas notas y acompañado de un sintetizador. Esta ambiental entrada se rompe con una pegadiza melodia de teclado que nos adentra en la segunda parte del tema, con un bajo impresionante y una buena batería. Los solos de mini moog nos recuerdan el sonido de algunas bandas de jazz rock de la segunda mitad de los ’70.¡Fantástico!. Un riff alucinante de bajo nos lleva hasta la tercera parte, con un aire que nos recuerda un poco a Magma, aunque los rápidos interludios de órgano van en una onda diferente. Impresionante final menos acelerado con el piano eléctrico y unos coros sobre un marcado e hipnótico ritmo. Seguimos con “Terre” (16’07), también dividido en tres partes. El teclado, imitando voces humanas como si de un coro se tratara, es el protagonista de la misteriosa introducción de la pieza, que desemboca en el segundo movimiento con un gran riff de bajo sobre el que Yannick Duchene canta, en varias pistas superpuestas, una melodia al estilo Zeuhl. Es una parte relajada, que tiene su mejor y más elegante momento con la entrada del piano eléctrico, que efectua un solo precioso. Después es el órgano el que lo sustituye y su sonido tiene un gran parecido al del Lowry, lo que nos recuerda un poco al Sonido Canterbury. De las profundidades vuelve el piano eléctrico, y cunado la pieza parece terminar, comienza a hacer una melodia cíclica, algo minimalista, sobre la que el teclado pinta bonitos paisajes con diferentes sonoridades.
La tercera composición del disco es “Metal” (12’13), dividido en dos partes. Comienza, como no, con un maravilloso piano eléctrico al que después se le añaden las voces. Se incorpora la sección rítmica y la pieza va adquiriendo más y más intensidad, hasta que el bajo y la batería cambian el ritmo y el teclado, con tintes espaciales, nos ofrece un pasaje magnífico. La segunda parte, totalmente independiente de la primera, comienza con un inquietante ritmo de piano eléctrico, y sobre él, el teclado, imitando una sección de cuerdas primero, y al mellotrón después, convirtiendo lo inquietante en belleza. Después entran las voces, y las diferentes capas de piano me recuerdan, por alguna razón y de forma muy personal, al ambiente de los primeros trabajos de Oldfield.
Casi sin pausa, comienza “Eau” (12’31), también dividida en dos partes, y también con el piano eléctrico como base principal, aunque sobre él discurre de nuevo el teclado, con diferentes sonidos. La sección rítmica es sobria, elegante, y crea un bonito marco para los diferentes solos. En cierto momento se acelera, y las voces entran al más puro estilo Zeuhl. Tras una fantástico e intenso pasaje instrumental y un solo de bajo muy distorsionado, comienza la segunda parte, con un ritmo sosegado que me fascina, con varias capas de teclado creando una gran atmósfera.El ritmo varía, al igual que el sonido de los teclados, pero sin sacarnos del ambiente general de la composición. De pronto, el piano eléctrico se queda sólo, y ya estamos en “Bois” (9’50), dividida en tres partes. La melodia de la primera recuerda a Magma, pero enseguida entra un magnífico ritmo que nos lleva hasta la siguiente fase, que cuenta con al colaboración de Gilles Wolff al saxo tenor y que va en una onda cercana al jazz rock. ¡Uno de los mejores momentos del disco!. Para terminar, un precioso epílogo relajado, con piano eléctrico, órgano y sonidos de gongs.
Estamos ante un gran disco que puede gustar a un público variado, ya que aunque se encuadra dentro de la música Zeuhl, tiene muchas influencias diferentes, pudiendo agradar también a los amantes del jazz rock, del Sonido Canterbury, y por qué no, a los amantes del progresivo-sinfónico clásico, ya que contiene partes fantásticas de teclado, muy melódicas y ambientales.
Francisco Macias