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Entradas de la A a la Z

Tras cinco años de un relativo silencio, October Equus acaba de publicar su quinto álbum de estudio, “Presagios”. Un disco muy esperado, ya que su gestación comenzó en 2012 tras la publicación de “Saturnal” (Altrock,2011). La disolución de la amplia formación que grabó este gran trabajo hizo que sólo se registraran en su momento las […]

Es imposible para mí hacer una reseña objetiva sobre este disco, aunque en realidad, no suele ser mi objetivo principal cuando escribo. En este caso, como muchos de los que vais a leer este artículo ya sabéis, tuve el privilegio de asistir a las sesiones de grabación que han dado como resultado este último trabajo […]

El saxofonista Trevor Watts es uno de los músicos más importantes de la historia del jazz británico. Desde que en 1965 termina su formación musical en las fuerzas aéreas ( lugar en el que muchos músicos de la época, como Michael Garrick, Bob Downes o John Stevens sirvieron y tocaron) y se traslada a Londres con su compañero de “armas”, el trombonista Paul Rutherford, entrando ambos en The New Jazz Orchestra (se le puede escuchar en el álbum “Western Reunion London 1965”), ha sido una presencia constante en la escena del free jazz y la improvisación libre en su país, pero siempre mirando a otros estilos musicales, como el jazz rock, la música oriental y africana, etc…

Poco después, se une a su amigo el baterista John Stevens, y ambos crean Spontaneous Music Ensemble, debutando en 1966 con el álbum “Challenge”. Aunque Watts participó en varios de los discos de esta banda, siempre fue realmente el proyecto de John Stevens, por lo que el saxofonista formó Amalgam, incluyendo a Stevens en la formación, junto al gran bajista Jeff Clyne.

“Prayer For Peace” es el primer álbum de la banda, y uno de los grandes discos de jazz británico de finales de los ’60. Fue grabado en una sola sesión de tres horas de duración en los Advision Studios de Eddie Offord ( en este mismo lugar, después se grabarían varios de los grandes discos de Yes o ELP), el 20 de mayo de 1969 y publicado en este mismo año como doble Lp por el sello Transatlantic. Las piezas escogidas llevaban escritas más de tres años, y ya habían sido interpretadas en directo en varias ocasiones.

Una preciosa melodía de saxo alto, interpretada por Watts, el contrabajo tocado con arco de Jeff Clyne y una delicada percusión de John Stevens  nos introducen en “Tales Of Sadness” (14’25). Una pieza solemne, majestuosa, que lentamente va desarrollándose para entrar en el terreno de la improvisación. Clyne deja el arco y junto a Stevens crea una base rítmica muy enérgica, lleva de vida, sobre la que Watts juguetea con la melodía, deformándola y tocando cada vez con más fuerza. Una joya que termina como empezó y que nos deja en estado de éxtasis.

Las siguientes tres piezas son tres tomas de un mismo tema, escrito por Watts para su mujer. Con estas versiones distintas, el saxofonista quería mostrar lo diferentes que podían llegar a ser varias improvisaciones surgidas a partir de un mismo punto de partida. “Judy’s Smile I” (9’50) comienza con un bajo profundo, una inquieta y suave batería y la bonita y evocadora melodía principal de saxo. Entonces empieza la improvisación, en perfecta sincronía, haciendo gala los tres músicos de una imaginación desbordante y acelerándose cada vez mas, para de nuevo, volver al final a la melodía principal. “Judy’s Smile II” (10’05) y “Judy’s Smile III” (8’40) son un acercamiento diferente, con otros niveles de energía y paisajes distintos

El álbum termina con otra composición repleta de belleza y solemnidad, “Prayer For The Peace” (7’33), en la que Barry Guy sustituye a Jeff Clyne al contrabajo.  La mezcla de la melodía de saxo, el contrabajo de Guy tocado como si de un violonchelo se tratase, y las elegantes figuras percusivas, dota a esta pieza de una emotividad tremenda, emoción que se intensifica minuto tras minuto.

En el segundo álbum de Amalgam, Trevor Watts mira al free jazz norteamericano, y rinde homenaje a los bateristas Ed Blackwell y Billy Higgins, miembros de algunas de las formaciones más importantes de Ornette Coleman. Aunque el título del disco es “Play Blackwell & Higgins” (A Records,1973), está compuesto por dos temas largos del baterista John Stevens, “Blackwell” (21’30), grabado en directo el 23 de marzo de 1972 en Birmingham, y “Higgins” (26’30), registrado también en directo, en Londres, el 24 de enero de 1973. Dos sesiones de free jazz auténtico, con Trevor Watts soplando e improvisando sin descanso sobre las bases rítmicas constantes, pero muy imaginativas, de John Stevens y el bajista Ron Herman (en la segunda pieza es sustituido por Jeff Clyne, encontrándonos con la misma formación que grabó “Prayer For Peace”). Un  disco muy diferente a su ópera prima, y totalmente distinto de su siguiente obra maestra.

A finales de 1974, una nueva formación de Amalgam entra en los Chipping Norton Studios, en Oxforddshire, y en una sola jornada graban su tercer trabajo,“Innovation” (Tangent Records,1975). En esta ocasión, nos encontramos con un sexteto de lujo, formado por Trevor Watts (saxo alto), John Stevens (batería), Keith Tippett (piano), Lindsay L. Cooper (contrabajo), Kent Carter (contrabajo), Terry Quaye (percusión). Al ver la instrumentación, es fácil deducir que se trata de un álbum tremendamente rítmico, compuesto casi en su totalidad por John Stevens (excepto “Suzie Jay”, escrita por Watts). El contrabajo y el piano de Tippett, ambos creando un ambiente lleno de tensión, abren “Staggering” (12’45), en la que la batería, las estupendas percusiones y los dos contrabajistas, jugando entre ellos, crean una sólida y maravillosa base rítmica, sobre la que Watts no deja de tocar el saxo, esbozando una melodía definida e improvisando sobre ella, siempre con el impresionante piano del gran Keith Tippett, a veces rítmico, otras melódico, pero siempre sobresaliente. Una joya, con cierto aire tribal e hipnótico, repleto de energía, en el que el sexteto al completo está en estado de gracia absoluta. Le sigue “When Is Now” (10’20) que comienza con un emotivo saxo, bajo con arco, piano y percusiones, hasta que entra un maravilloso “groove” sobre el que Watts demuestra el excelente sentido del ritmo al frasear con el saxo , haciendo gala de una gran maestría durante toda la pieza. Junto al saxo, percusiones y ritmos sugestivos, una gran combinación de contrabajos, percutado uno y tocado con arco el otro, y el imaginativo piano de Tippett. “Hello” (7’50), es otro tema repleto de ritmo, con una base de piano, batería, percusión y bajos que me recuerdan mucho a los Traffic de  Steve Winwood, y es que aunque estamos ante un disco totalmente acústico, la energía que desprende se acerca al rock en algunos momentos. El tema, con un saxo muy rítmico y mucho piano, va creciendo por momentos en intensidad, hasta dejarnos extasiados. Totalmente diferente es “Suzie Jay” (8’05), que comienza con un precioso y potente duelo de contrabajos, para convertirse en una preciosa balada, con el saxo y el piano en modo melódico. Para terminar, “Austrian Roll” (6’15), una auténtica celebración con un ritmo constante, repleto de percusión, sobre el que Watts frasea constantemente, siempre con las figuras rápidas de piano, tan propias de Keith Tippett , acompañándolo, creando una interacción entre los dos solistas realmente espectacular. “Innovation” es una de las grandes joyas del catálogo de Amalgam, y el final de una etapa.

En Julio de 1976, en tan solo dos dias en los estudios Workhouse de Londres, se graba el cuarto trabajo de Amalgam,“Another Time” (Vinyl Records,1976). Los cambios son notables. Por un lado, John Stevens ya no está en la banda, dejando su lugar al baterista irlandés Liam Genockey, que venía de la fantástica banda de jazz rock, Zzebra. Por otro, Watts elige a un bajista eléctrico, Peter Cowling (algunos lo recordaréis por ser miembro de la banda de rock progresivo, Gnidrolog) y a un guitarrista, Steve Hayton (miembro fundador del grupo Daddy Longlegs), para dotar de un sonido eléctrico, propio del jazz rock, al grupo. La diferencia es que este cuarteto tiene un saxofonista en la formación en lugar de un teclista, como era habitual en las bandas de ese estilo en la época,y no un saxofonista normal, sino a Trevor Watts, que proviene del free jazz y de la improvisación libre, por lo que esta nueva etapa de Amalgam es distinta a la de cualquier otra formación de jazz rock británico del momento.

Además, todas las composiciones son ahora de Trevor Watts, y por cuarta vez en cuatro discos, es una discográfica distinta la que se encarga de publicar el álbum, en este caso, la berlinesa Vinyl Records, que durante unos años tuvo una división dedicada al jazz británico.

Este trabajo comienza con “Jive” (5’39), una pieza enérgica, con un ritmo endiablado y frases de saxo y guitarra muy rápidas, al más puro estilo del jazz rock de la segunda mitad de los ’70, con una bajo muy prominente que enseguida llama la atención. Excelentes solos de guitarra, de saxo y de batería, en una pieza cuyo sonido no tiene absolutamente nada que ver con lo que anteriormente había publicado Amalgam. Le sigue “Suzie Jay” (6’03), en una versión muy diferente a la que pudimos escuchar en “Innovations”. Una buena melodía de saxo sobre una base de bajo muy profunda e importante, una batería nerviosa, y una guitarra inquieta y algo paranoica de apoyo, con un cierto aire que nos puede recordar a King Crimson ( “We’ll Let You Know», por ejemplo). Un gran tema que da paso a “Tribute To ‘Trane” (6’58), que como su título indica es una pieza para saxo fantástica, con la guitarra como compañera perfecta, sobre una gran base rítmica. Pero si hay un tema que destacaba en la primera cara del discos, ese era “Just East Of Mars” (6’30), en el que Steve Hayton participó en su composición. Una pieza que combina un saxo burlón, con aires de la música centroeuropea y una guitarra metálica, experimental, que nos traslada al jazz de vanguardia que unos años después se podría escuchar en el Downtown neoyorquino. Un sonido con el que Watts volvería a jugar a final de la década con otros trabajos de Amalgam, y que resulta muy original en el campo del jazz rock británico. Watts está tremendo con el saxo soprano, rozando el free en algunos momentos, sobre una base rítmica constante, con el sonido del bajo en primera línea.

La segunda cara del disco estaba compuesta por dos piezas largas. La primera es “Another Time” (11’30), un auténtico “tour de force”, con un fantástico “groove” inicial de batería y un bajo casi funk, sobre los que Watts graba dos líneas de saxo muy pegadizas, una con el alto y otra con el soprano. Fantástico solo de guitarra, interrumpido de vez en cuando por los fraseos del saxo, y gran solo de saxo alto. La segunda es “Chips” (10’06), de las mejores y más interesantes del álbum. La banda consigue un desfase maravilloso entre una línea de bajo contante, cósmica, y otra capa en la que el saxo, la guitarra y la batería se desplazan e interactuan a toda velocidad, creando un claro ejemplo lo que sería “free jazz-rock”. Una locura alucinante, con Watts tremendo al saxo alto, aunque los cuatro músicos están increibles. En definitiva, un magnífico trabajo, que no gustó a todos los amantes de los anteriores discos acústicos de la banda, pero que a mí me parece formidable.

Para el siguiente álbum de la banda,  “Samanna” (Vinyl Records,1977), grabado el 26 de enero de 1977 en los Riverside Studios, Trevor Watts convierte al cuarteto en un quinteto, añadiendo un segundo bajo eléctrico y cambiando de guitarrista, por lo que la formación queda de la siguiente manera: Trevor Watts (saxo alto, percusión), Colin McKenzie (bajo), Peter Cowling (bajo), Dave Cole (guitarra) y Liam Genockey (batería). Una banda que ensayó durante meses, improvisando juntos, consiguiendo un entendimiento enorme y una gran compenetración. Es un verdadero placer escuchar esta disco en un buen equipo o con auriculares, y comprobar la maestría de cada uno de los músicos, y como son capaces de llamar nuestra atención tanto a nivel individual como a nivel colectivo.La forma en la que los dos bajos interpretan líneas diferentes, creando ritmos complejos con la batería, y a veces funcionando como solistas junto al saxo alto y la guitarra.

El álbum se abre con “Samanna” (20’47), una espectacular suite que el propio Watts divide en cinco secciones. En la primera se nos presenta el tema principal de saxo, con el resto de los instrumentos arropándolo. El ritmo se acelera, cambia, conduciéndonos a la segunda parte, una maravillosa improvisación colectiva en la que cada uno de los músicos se expresa libremente con mucha imaginación y energía, sin dejar la banda de sonar de una forma muy compacta. Una sección sobresaliente, en la que podemos escuchar también un solo de bajo de Colin Mckenzie, apoyado por el segundo bajo, la batería y la guitarra. La tercera parte es una preciosa balada de saxo, con uno de los bajos interpretando un pegadizo e hipnótico riff, mientras que los músicos restantes juguetean alrededor. Después, los bajos y la batería crean un estupendo ritmo circular, de aires africanos, muy potente, sobre la que se desarrolla la cuarta parte de la suite, que consiste en otra gran improvisación colectiva. Para terminar, el ritmo vuelve a cambiar, y Watts entra con un tremendo solo de saxo, al que le sigue otro fantástico de guitarra, para luego volver a la melodía inicial y finalizar la pieza.

“Mass” (4’54) es una pieza de una atmosfera relajada, con un sonido muy profundo de los dos bajos, cuya buena onda continua en “Unity” (14’44), un tema que surgió de repente cuando Watts escuchó a sus compañeros tocar mientras nadie les grababa, y en el que se intenta plasmar ese buen ambiente en el estudio. Un improvisación tocada por músicos que aman la música, sin barreras, y disfrutan tocando juntos. El álbum termina con “Berlin Wall” (6’50), compuesta por Watts, como el resto de los cortes, después de visitar Berlin, y en la que se intenta plasmar la división que creó el muro que separaba las dos partes de la ciudad. Comienza con un ritmo complejo que me encanta, con Watts soplando con mucha intensidad y los dos bajos muy presentes. La división de la ciudad se refleja en el tema con un cambio de ritmo, también espectacular, que cada vez se va haciendo más potente e hipnótico (en ese sentido recuerda un poco a la atmosfera de “The Talking Drum” de King Crimson), con el saxo y la guitarra alternándose, y Genockey espectacular a la batería, como casi siempre.

“Samanna” es otro paso más en esa fusión de jazz, rock e improvisación tan interesante que Watts propuso en esta segunda etapa de Amalgam, y que según el propio saxofonista, surgió de forma natural al interactuar con músicos de diferentes esferas y con bagajes musicales distintos. Como pasa habitualmente, la clasificación de los distintos estilos musicales proviene más de los oyentes y de los críticos que de los músicos, cuya libertad creativa está por encima de cualquier etiqueta.

El siguiente trabajo de Amalgam se grabaría en directo en 1977, y fue publicado en este mismo año por el sello Syntohn, bajo el nombre de “Mad”. Curiosamente, el vinilo se publicó sin portada, y la que conocemos es la de la reedición en Cd del sello FMR. En esta ocasión, la banda estaba formada por Trevor Watts (saxo alto), Liam Genockey (batería), Colin McKenzie (bajo) y como novedad, Willem Kuhne, pianista eléctrico cuyo sonido sustituye al de la guitarra. Kuhne pertenecía a la banda holandesa Groep Ohm, y de ellos era el sello Syntohn. Una banda que hizo una gira con Trevor Watts, y seguramente, de ahí vendría la colaboración y la publicación del disco en el sello holandés.

La primera cara del disco comienza con “Wai-Ya Wai-Ya” (10’25), una pieza para saxo en la que Watts está soberbio, con fraseos cortos rítmicos en la melodía principal y un largo desarrollos en el solo. El piano funciona como parte de la sección rítmica y como “embellecedor”, aunque también tiene espacio para un bonito y y tranquilo solo. El bajo de Mckenzie, sorprendente como siempre, casi funky por momentos (también tiene su hueco para un solo) y la batería de Genockey enérgica y traviesa, siempre presente y reclamando nuestra atención. Le sigue una versión alargada de “Jive” (11’55), que si en su versión en estudio (en el disco “Another Time”) ya era potente, aquí lo es mucho más, con un Trevor Watts pletórico, cabalgando sobre una tremenda sección rítmica, y soplando con mucha intensidad, con elementos “ free” en su discurso. El relevo lo toma Kuhne, con un solo de piano eléctrico, durante el cual Genockey está especialmente salvaje a la batería, seguido por otro corto de bajo, y el último, de batería, para volver a la melodía inicial. Un enorme tema de jazz rock.

La segunda cara del vinilo es especialmente buena. Está compuesta por un bloque de 24 minutos de duración, formado por una versión diferente de “Berlin Wall” (del álbum “Samanna”), y la pieza titulada “Mad”, compuesta por Watts, Genockey y McKenzie. Un ejemplo de lo que se puede conseguir en una improvisación colectiva, con ciertas melodías y líneas compuestas donde apoyarse, por un grupo de músicos compenetrados. El saxo alto de Watts brilla constantemente, con momentos de gran expresividad e intensidad, y pasajes tanto melódicos como rítmicos, a veces repletos de belleza y en otras ocasiones llenos de locura y anclados en el free jazz. El piano lo acompaña, con breves momentos de protagonismo, y la sección rítmica exige atención, con un bajo que a veces crea líneas veloces y complejas y otras ocasiones, bases profundas y emotivas, acelerando, desacelerando y retorciéndose sobre una batería demoledora en ciertos momentos, y más sutil en otros, pero siempre ingeniosa y tremendamente intuitiva. En definitiva, un disco que nos muestra la fuerza de Amalgam en directo, frente a público, con una formación que no se repetiría.

El 17 de noviembre del 77, un nuevo cuarteto entra en los estudios Riverside Recordings de Londres para grabar “Deep” (Vinyl Records,1978). Al tándem formado por Trevor Watts (saxo alto) y Liam Genockey (batería) se une de nuevo el guitarrista Dave Cole, y uno de los más geniales contrabajistas de la escena británica de los ’70, el sudafricano Harry Miller. Es la primera vez desde “Innovation” que Amalgam tiene en sus filas a un bajista acústico, cuyo sonido destaca sobretodo cuando lo toca con arco, dotando a la música de un colorido diferente al de sus anteriores trabajos.

El disco comienza con “Later” (13’11), una pieza tranquila pero muy intensa, con el saxo como protagonista. La guitarra, en algunas ocasiones, dobla la melodía principal, y en otras, sencillamente la adorna, mientras que el bajo y la batería van poco a poco subiendo en intensidad. Watts y Cole alternan sus solos en una composición que se va construyendo poco a poco, sin prisas. Le sigue “Witchdoctor” (14’53), uno de los mejores temas de Trevor Watts y uno de los grandes momentos de la discografía de Amalgam. Una larga y preciosa introducción, con el contrabajo de Miller tocado con arco y un sonido profundo, grave, y el saxo alto de Watts como protagonistas, nos sumergen en en este océano de pura creatividad. De repente, la batería se acelera y el escenario cambia. El contrabajo frotado sigue reclamando nuestra atención, y el saxo y la guitarra introducen de fondo una melodía incisiva maravillosa, muy obsesiva, que va adquiriendo importancia durante el brutal solo de saxo de Watts. Dave Cole toma el relevo, con un elegante solo, mientras la sección rítmica hace gala de una enorme imaginación. Una manera excelente de cerrar la primera del vinilo original.

La segunda cara del disco se aleja del jazz rock al que la banda nos tenía acostumbrados en los últimos años. Comienza con “Tribute To Bing Crosby” (12’36), en el que contrasta la bonita melodía de saxo que Watts compone en honor a uno de los grandes “crooners” de la historia, con un ambiente “insano”, arraigado profundamente en el free jazz. La melodía se transforma y se retuerce, en una tensión constante entre el contrabajo frotado y el saxo, creando sonidos muy penetrantes, siempre acompañados por la batería nerviosa y creativa de Genockey (en este corte no hay guitarra). Este clima propio del free jazz acústico se mantiene con una excelente improvisación para saxo alto y batería, “Don’t Worry” (13’07). Difícil de explicar el nivel de expresividad que es capaz de alcanzar esta pieza con tan sólo dos instrumentos, y los matices que Watts y Genockey son capaces de extraer de ellos, en una conversación fluida y muy interesante.

Dos meses después de la grabación de “Deep”, Trevor Watts participaría en el fantástico álbum de Harry Miller, “In Conference”, y supongo que a raíz de estas colaboraciones, el siguiente disco de Amalgam se publicaría en el sello Ogun, propiedad de Miller.

“Closer To You” (Ogun,1979), se graba en mayo del ‘78 en formato trio, con Trevor Watts al saxo alto y al soprano, Colin Mckenzie al bajo y Liam Genockey a la batería. Un disco, que como ya es habitual en la carrera de Amalgam, es diferente a los anteriores. Comienza de una forma impactante, con la composición de Watts, “De Dublin Ting” (5’46), una pieza de free jazz rock de una fuerza enorme, con unos ritmos variados y fantásticos sobre los que Watts estruja el saxo alto. Con “South Of Nowhere (With Quiet Begginings)” (10’20), el ambiente cambia. Como el título indica, es un tema dividido en dos partes, compuesto de forma espontanea por el trío. La primera parte, tranquila, con un saxo suave, percusiones y detalles de bajo contrasta con una segunda, en el que Watts vuelve a sus melodías de saxo rápidas, burlonas, con fraseos cortos arropados por una intensa y espectacular sección rítmica. Le sigue un tema corto y directo de Watts, “Keep Right” (4’40), melódico, con un ritmo más o menos constante y un maravilloso saxo alto, con registros graves, y un sonido rasgado y muy expresivo. Para terminar, podemos escuchar una de las piezas más interesantes de toda la discografía de la banda, “Dear Roland” (19’37), que ocupaba originalmente la segunda cara completa del vinilo. Una maravillosa improvisación colectiva que te introduce en un universo místico. La música fluye sin prisas, con percusiones metálicas y misteriosas y ecos de gongs, un bajo que va creando capas de sonido ambientales en algunos momentos, para en otros introducir suaves ritmos hipnóticos, y sobre todo esto, varias líneas de saxo, tanto de alto como de soprano. Un clima tribal, étnico, y a la vez cercano a la música contemporánea, con sonidos penetrantes y espirituales. Un tema enorme para escuchar con mucha atención.

En 2017, el sello Hi4Head Records reeditó en Cd este álbum, añadiendo cinco temas más, extraidos de las mismas sesiones de grabación, lo que nos da una visión más global de lo que era este trío. Se trata de composiciones cortas de Trevor Watts, con diversas influencias. Desde el free jazz rock de “Mad” (4’44), hasta el toque funky de “Latino Flo” (3’37), pasando por el blues relajado pero intenso de “Seaside Blues” (4’21), el tributo a Albert Ayler de “Albert Like” (3’33) o la fantástica improvisación colectiva titulada “Bottle Alley” (7’49), con una gran energía contenida que se va desatando al ir pasando los minutos.

La última etapa de la banda, una de las más creativas de su carrera, está marcada por la presencia del guitarrista Keith Rowe. Este improvisador e investigador sónico británico fundó a mediados de los ’60 la banda AMM, junto a su compañero en la primera banda de Mike Westbrook, el saxofonista Lou Gare, y el baterista Eddie Prevost. Desde ese momento, el guitarrista fue uno de los máximos exponentes en el campo de la improvisación en Inglaterra, y su alianza con el trío que a finales de 1978 formaba Amalgam supuso un nuevo soplo de aire fresco y la creación de un nuevo sónido. De esta manera, Trevor Watts (alto y soprano), Keith Rowe (guitarra), Colin Mckenzie (bajo) y Liam Genockey (batería), tras varios meses de ensayos y con la ayuda del Arts Council, graban en directo en el Wimbledon Theatre de Londres, el 11 de febrero de 1979, su nuevo álbum “Over The Rainbow”, siendo la primera referencia publicada en el nuevo propio sello de Watts, Arc. El disco consiste en una única composición/improvisación, “Wimbledon Music”, dividida en cuatro partes. La primera, “Wimbledon Music I” (16’26), es otro de esos grandes momentos de la discografía de Amalgam. La enorme fuerza de los saxos y su combinación con la guitarra distorsionada de Rowe, rockera a veces, ambiental en otros momentos, ruidosa y siempre original, nos recuerda a la música de John Zorn unos años después, y a pasajes del Downtown neoyorquino de los ’80, con guitarristas como Arto Lindsay o Davey Williams como exponentes importantes. La sección rítmica formada por Mckenzie y Genockey alcanza aquí su momento álgido, creando bases realmente complejas y haciendo transitar la música por diferentes parajes, lo que unido al carácter rockero de su sonido, nos acerca de alguna manera al rock progresivo. Una pieza de free jazz rock de vanguardia que demuestra la calidad y la compenetración del nuevo cuarteto. “Wimbledon Music II” (5’07) se mueve en la esfera de la música de vanguardia, con un cierto clima de desasosiego, paisajes sonoros misteriosos de guitarra, y momento obsesivos de saxo. Esta tendencia continúa en “Wimbledon Music III” (10’11), con un ostinato de guitarra, acompañado por un murmullo de saxo continuo, percusiones metálicas y golpes de bajo, creando una atmósfera extraña e inquietante. El free jazz potente regresa con “Wimbledon Music IV” (13’14), un estallido de energía con el saxo totalmente loco, la guitarra distorsionada y un bajo y una batería indescriptibles. Tras varios minutos así, el clima cambia, se torna más misterioso, y el saxo comienza a jugar de forma enfermiza  con la melodía de “Over The Rainbow”, canción de la película “El Mago de Oz”, mientras el resto de la banda improvisa también sobre ella hasta el final.

En noviembre de 1979 este nuevo cuarteto hace una pequeña gira por Inglaterra, en la que demuestran el grado de compenetración musical que han conseguido y la originalidad de su nuevo proyecto, alejado de cualquier tipo de etiqueta y del que el propio Watts se muestra tremendamente orgulloso. Una muestra de estos conciertos podemos escucharla en el cuádruple vinilo “Wipe Out” (Impetus records,1979), reeditado como triple Cd por el sello FMR en 2007. Aunque el sonido de las grabaciones no es perfecto, es lo suficientemente bueno como para disfrutar de tres horas de una música impresionante. “Wipe Out” (15’05), grabado en Sheffield, nos lleva al terreno del punk-free jazz, con una base de guitarra y bajo muy potente y machacona, sobre la que el saxo  alto de Watts va desarrollando la melodía. Poco a poco, cada uno de los instrumentos se va liberando, creando figuras diferentes e improvisando de una manera excepcional. Me encanta el solo de guitarra de Rowe, acompañado por el bajo de sonido metálico de McKenzie, y el final tan potente, con Watts soplando con todas sus fuerzas. “Ongoing Situation” (35’23) va en una onda totalmente diferente. Se grabó en un concierto en Kendal en el que ya no estaba el bajista Colin Mckenzie, que abandonó la banda durante la gira, y en el que Amalgam tocó como trío. Esta larga pieza es un buen ejemplo de cómo se desarrollaban muchos temas de la banda en ese momento, con Rowe tocando por un lado, creando un sonido casi “drone”, utilizando varias técnicas de experimentación con la guitarra, y Watts y Genockey improvisando por otro. Un gran tema para escuchar con detenimiento, con algunas influencias de la música de Oriente Medio en determinados momentos. Mucho más conciso y directo es “The Golden Salamander” (9’12), grabado en la ciudad de Leeds.Se basa en una base rítmica sensacional, con el bajo funky de McKenzie,  la guitarra actuando como un segundo bajo más libre, y la imaginativa y potente batería de Genockey, que destaca especialmente, y que tiene hueco para un buen solo. Sobre todos ellos, el saxo alto en estado de gracia. Continuamos con “Roller Coaster” (28’36), también extraido del con cierto en Leeds, con una primera parte en la que destaca el complejo ritmo del bajo y la batería, con Mckenzie en primer plano utilizando la técnica del “slap” y creando una base verdaderamente funky, sobre la que Watts y Rowe crean un gran tándem de saxo-guitarra (de hecho, es una de las piezas del disco en la que Rowe toca más al unísono con el resto de la banda). En la segunda parte, la guitarra tiene un papel solista, estando el cuarteto al completo a un nivel altísimo, con momentos divertidos, intrincados y repletos de fuerza, con algunas influencias de la música latina al final.

“Children” (8’46) es una bonita improvisación de saxo, con un fondo constante de guitarra, grabada en el piso de Trevor Watts, mientras su hijo jugaba por allí. Una pieza que recoge la frescura del momento. El ambiente vuelve a cambiar con “The Homecoming” (17’39), grabado en la ciudad de Hebden Bridge. Aquí la banda encontró un sustituto para McKenzie, el bajista George Lyle, pero no destaca demasiado. Un tema de free jazz magnífico, muy potente, con un saxo absolutamente descarriado y una batería abrumadora, aunque gran parte del peso recae sobre Rowe, cuyo papel creando ecos y construyendo un enorme muro de sonido es impresionante. De hecho, al escuchar algo así, tan cercano a lo que después se llamaría “Noise Rock”, no sorprende el descubrir que gente como el guitarrista de Sonic Youth, Thurston Moore, haya citado a esta formación en concreto como una de sus principales influencias.

La siguiente pieza es “Tribute To Mingus” (38’34), un homenaje al mítico contrabajista y compositor, que había fallecido unos pocos meses antes. Como no podía ser menos, esta enorme improvisación, grabada en Leeds, se mueve entre la vanguardia y el blues, entre el jazz clásico y el free jazz, con suficiente espacio para que los cuatro músicos brillen. Otra improvisación, mucho más corta y fantasmal, misteriosa, es “Monk’s House” (4’13), titulada así porque la primera vez que Watts la interpretó, el resultado final le sonó a la música del pianista Thelonius Monk. Para terminar, otra descarga de energía emocionante. Se trata de “War Dance” (13’15), grabada en Hebden Bridge en formación de trío (George Lyle estaba en el grupo pero no tocó en este tema). Un ostinato de guitarra sirve como base al desarrollo del saxo y la batería, que va elevando su nivel de energía hasta convertirse en otro temazo de free jazz, con unos pasajes de guitarra obsesivos, con Rowe tocando en algunos momentos como si fuese también el bajista, y pasajes de saxo y batería a un nivel increíble. Una forma apabullante de finalizar este gran disco.

Poco después de estos conciertos, la banda se desintegra, y Trevor Watts inicia nuevos proyectos, como Moire Music o Drum Orchestra, con Liam Genockey a su lado. Aquí debería terminar este artículo, pero hablando hace poco con Trevor Watts me comentó que, en breve, el sello Hi4Head de Nick Dart, va a publicar un nuevo Cd de archivo con más material del cuarteto formado por Trevor Watts, Keith Rowe, Liam Genockey y Colin McKenzie. Su contenido será la maravillosa composición “The Yorkshire Suite”, registrada el 21 de febrero de 1979, diez días después de la grabación de la suite “Wimbledon Music” del álbum “Over The Rainbow”. Gracias a Trevor y a Nick , he podido escuchar este disco en primicia, y me he quedado alucinado. Casi una hora de música de una calidad suprema, con un gran sonido, que nos vuelve a recordar lo importante que fue esta última formación de Amalgam, y como en los albores de la década de los ’80 hacían una música a un nivel comparable a la de sus inicios. En esta obra maestra volvemos a escuchar los fondos obsesivos de guitarra de Keith Rowe, siempre experimentando y creando nuevos sonidos y ambientes. Junto a él los saxos de Trevor Watts, a veces melódicos, otras estridentes, pero siempre emotivos, combinando fraseos cortos rítmicos con largos desarrollos de los que no nos cansamos (en algunos momentos de la grabación, escuchamos dos líneas diferentes unidas, una de saxo alto y otra de saxo soprano, ambas interpretadas por Watts). Colin McKenzie nos vuelve a deleitar con sus ritmos y pasajes imposibles de bajo, de una complejidad, y a la vez,  de una sensibilidad enormes, y siempre a su lado las percusiones de Liam Genockey, que en este año llega a su momento álgido , más imaginativo e intenso que nunca. Además, como invitado especial, podemos disfrutar de la preciosa corneta de John Stevens en algunos pasajes. Un disco que cuando se publique podremos ponerlo en un buen equipo y ser capaces de estar la hora entera disfrutando  tanto de cada uno de los músicos por separado, como de su sonido como una unidad compacta y sin fisuras. En 1980, Amalgam termina su andadura estando en su momentos más alto de creatividad e intensidad interpretativa, con un free jazz rock diferente, y eso es algo que no todas las bandas consiguen.

Francisco Macias

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