Squarcicatrici es una banda italiana liderada por el multinstrumentista Jacopo Andreini. Con más de 140 discos en los que ha participado y más de 1000 conciertos a sus espaldas, Andreini es uno de los músicos más inquietos e innovadores del panorama musical italiano. Para este segundo trabajo homónimo de la banda, reúne a una numerosa alineación:
-Jacopo Andreini: batería, percusión, saxo alto, saxo barítono, guitarra, flauta, xilófono, efectos electrónicos y voz.
-Andrea Caprara: saxo tenor, voz.
-Enrico Antonello: trompeta, fliscorno.
-Piero Spitilli: contrabajo.
-Samuele Venturín: bajo, acordeón.
-Erwan Naour: voz.
-Matteo Bennici: violonchelo, bajo.
-Thollen McDonas: piano.
-Valentino Receputi: violín.
-Uliva Velo: violin.
-Martina Chiarugi: viola.
Aunque no todos los músicos tocan en todos los temas, la formación nos da una idea de la variedad de sonidos e influencias diferentes que podemos encontrar en el disco. Los toques mediterráneos de piezas como “Afrotellacci” (4’01) (con algunos momentos de gran intensidad que, salvando las distancias, puede recordarnos a Electric Masada) o “Macedone” (3’25) (que contiene un solo de acordeón y otro de saxo tenor maravillosos) nos traen a la memoria a otros italianos muy influenciados por el Downtown neoyorquino, la Actis Band. La influencia de este estilo se hace más patente cuando escuchamos el violonchelo de Matteo Bennici, que me recuerda mucho a Tom Cora, en temas como “Pilhar Fraqueza” (3’01) o “J’Ai Faim, Jessie” (5’41), este último de aires latinos, de gran intensidad, y con fantásticos solos de saxo tenor y saxo alto. Las influencia brasileñas también quedan patentes en el álbum gracias a una de las mejores piezas del disco, “Izgubljen Sambetta” (6’48), donde se mezclan los ritmos de samba y una preciosa melodía de guitarra acústica con una voz femenina con aires de oriente medio, y donde más tarde escuchamos bonitos solos de saxo tenor y barítono sobre una base cada vez más dinámica, con buenos efectos de guitarra (al final del disco hay una nueva mezcla de esta pieza, más corta, con efectos que recuerdan a los collages de Zappa, ritmos más modernos y partes de piano). El sabor a Brasil también aparece en “Garota” (3’36), donde la bella melodía de violonchelo es la principal protagonista. Y esto no se queda aquí, ya que hay también influencias africanas (“Afrocina”, “Afoforo”), clásicas (“Gorecki”) e incluso “hip-hoperas” (“Sans Races”, único tema cantado). Especial mención merecen “Mbizo” (5’14), que contiene la mejor melodía del disco, y en la que la combinación de saxo tenor y saxo alto me encanta, aparte de la fuerza de la sección rítmica, con piano incluido, e “Invischiata” (4’15), una delicada composición que combina de forma sublime el fliscorno, la guitarra acústica, el piano, el contrabajo, la percusión,etc…
En definitiva, un disco buenísimo, que ha sido para mí una agradable sorpresa, y que os invito a descubrir. Si tuviera que ponerle una pega al álbum, sería la mania que en algunas partes tiene Andreini de tatarear en voz alta algunas de las melodías, y en mi opinión, no tiene buena voz. Afortunadamente, esto no pasa demasiado, y no es un obstáculo a la hora de disfrutar del disco en su totalidad.
Francisco Macias