No sé si sois de los que piensan que la banda sonora de las películas SIEMPRE tiene un papel secundario, subordinado a la imagen y hay que poner a su música en un escalón inferior al de ésta como arte independiente. El caso es que la historiografía musical por lo general ha tratado de esta forma a la música cinematográfica. ¿Qué ocurre? Pues que aunque si bien es cierto que si obvias la música incidental no se suelen remover los cimientos del imaginario musical, sí que se pueden llegar a pasar por alto obras revolucionarias que pueden ser una pieza fundamental a la hora de comprender el puzzle de la historia y la estética de la música del siglo XX.
Y como no podía ser de otra manera, os voy a poner un ejemplo de esto: Ballet Mecánique, película de Fernand Léger de 1925. Se trata de una magnífica obra surrealista con banda sonora musical compuesta por George Antheil y concebida para 16 pianolas, 2 pianos, 3 xilófonos, 3 timbres, 3 motores de avión, una sirena, 4 bombos y un tam-tam. Esta burrada fue compuesta en el auge de una época de glorificación a la técnica, los años 20, que tuvo sus consecuencias musicales en obras como Pacific 231 de Honegger o Fundición de hierro, de Mosolov.
Esta música es deudora del trabajo rítmico de Stravinsky, tanto de La Consagración de la Primavera como, especialmente, de Las Bodas y sus ostinatos percusivos, la cual tiene además una versión estrenada en 1919 ya orquestada para címbalos, armonio y pianola. Pero la música de Antheil es aún más salvaje y obsesiva en el tratamiento rítmico que la de Stravinsky (teniendo en cuenta que la del primero es instrumental y la del segundo es vocal y la distinta finalidad de ambas).
Otra fuente es el futurismo, más por su concepción estética que por que haya habido alguna creación musical que haya servido como influencia. Este movimiento en música tuvo más relevancia por la creación de instrumentos o máquinas de ruidos como los “intonarumori” o por las subversivas performances públicas que realizaban, que por creaciones musicales concretas, hechas por músicos no profesionales en la mayoría de los casos. No obstante, su estética sí tuvo cierta influencia en músicos posteriores, como los mencionados anteriormente, que no se identificaban con el movimiento pero sí compartían su apología de los avances de la técnica y lo industrial, y lo plasmaban en su arte.
La verdad es que no sé quién pudo ver esta película en su día, pero me da la sensación de que gente como Cowell o Varèse (no puedo evitar acordarme de Ionisation) beben de muchos elementos mostrados aquí. Y aunque nunca la vieran, Antheil dio unas pinceladas muy particulares sobre algunos de los derroteros que tomaría la música en las siguientes décadas. De hecho, tan lejos iba la escritura de su baile mecánico que no se pudo interpretar tal y como el autor la ideó hasta 1999 gracias al uso del control por ordenador con MIDI y el uso de pianolas controladas por microprocesador. ¡Eso sí que es música adelantada a su tiempo!
Aunque, personalmente, se me hace demasiado reiterativa durante la segunda mitad de sus 16 minutos de duración, ésta se conjuga perfectamente con el ritmo de las imágenes e ilustra de forma inmejorable el mecanicismo industrial que envuelve el movimiento del cortometraje. Entre la música que conozco referente a esta tendencia estilística de principos del s.XX, el “Ballet Mecanique” de Leger me parece la obra más rompedora, arriesgada y original. Curiosamente se trata de música de cine, pero muy probablemente nada tenga más sentido que el hecho de que esté ligada a un arte tan moderno y tecnificado en aquel momento como el cinematográfico. De todas formas, esta obra tendrá que seguir viviendo con la ignorancia que gran parte de la historiografía del siglo XX sigue mostrando hacia la música cinematográfica, hasta que poco a poco sus paradigmas vayan cambiando.
Tuve la oportunidad de ver esta proyección en directo, con una formación más reducida, interpretada por los sevillanos Zahir Ensemble hace unos años en Granada y fue una magnífica experiencia.
Es impresionante lo avanzada que suena esta música para la época en la que se grabó. Recuerdo que me la pusiste hace unos años y me sorprendió mucho.
Pues sí. Todo que se llegó a hacer entre 1910 y 1925 es increíble. Y se dan casos tan curiosos como éste, ¡que es la banda sonora de una película!