Tras el impresionante álbum “Carretera Mágica”, publicado en 2016, el compositor, músico, productor e ingeniero de sonido canario Juan Belda regresa con su último trabajo, “No Encuentro La Tónica”. Y lo hace en compañía con una formación similar, repleta de grandes músicos y amigos, a los que se ha sumado el saxofonista Pelayo Arrizabalaga, uno de los músicos de vanguardia más importantes de nuestro país, que además comparte muchas ideas sobre la música con el propio Belda. De esta manera, el equipo está compuesto por:
-Juan Belda: teclados, piano, guitarra sintetizada, bajo,etc…
-Jorge Pardo: saxo y flautas
-Pelayo Arrizabalaga: saxos y clarinete bajo
-Ricardo Marichal: saxo
-Samuel Tarraco: trompeta
-Javier Colis: guitarra
-Epi Llorente: guitarra
-Enrico Barbaro: bajo
-Juanjo Ortí: batería
-Pedro Barceló: batería
Aunque no todos los músicos tocan en todos los temas, si que nos encontramos varias piezas en formación de octeto, lo que convierte a esta banda en una pequeña orquesta.
Estamos ante un disco repleto de contrastes, de un estilo difícil de definir, donde el jazz y el rock se fusionan de una manera muy particular, con algunos elementos de la música electrónica. Un álbum complejo, pero a la vez asequible, repleto de capas de sonido y elaborado de forma artesana por un músico muy perfeccíonista, que ha conseguido unir tradición y modernidad para regalarnos una música atemporal repleta de belleza.
El álbum comienza con “No Encuentro la Tónica” (6’05), maravillosamente insana, con los fantasmales saxos de Pardo y Arrizabalaga danzando sobre un fantástico ritmo jazzístico, y con Belda arropándolos con teclados, piano y efectos electrónicos de forma magistral. Nos viene a la mente Zappa, Carla Bley, Henry Cow, y gente de esa calaña. Le sigue “Circus” (5’50), que como su título indica, desprende un cierto patetismo circense de una gran belleza, con un potente bajo de Barbaro, ciertos toques “free” que nos recuerdan a los primeros Mothers of Invention, y los dos saxos conversando, a veces discutiendo, con algunos detalles de guitarra a su alrededor. Me encanta la corta y bonita última melodia de saxo, que desemboca en un final de teclado lleno de misterio. Este ambiente algo sombrío continúa en el inicio de “Lupita En El Desierto” (6’36), con un cierto aire industrial que nos lleva a un paraje calmado e hipnótico. El excelente saxo de Marichal pasea sobre la sección rítmica, acompañado por varias capas de sonidos, con la guitarra de Colis haciéndonos sentir la arena del desierto sobre nosotros, preciosos fraseos de trompeta a cargo de Samuel Tarraco, y detalles de órgano, piano eléctrico o clarinete bajo, que nos guían a una maravillosa fanfarria final.
Unas notas de piano eléctrico, teclados y piano nos presentan “My Name Is Giro Shirato” (4’40). Junto a un esbozo de melodía esquemática, escuchamos voces de fondo, en un ambiente electrónico, reforzado por el fantástico ritmo de bajo y batería. Un tema moderno, potente, con excelentes detalles de órgano, la flauta de Pardo y los saxos de Arrizabalaga deambulando por las calles de Tokyo. Continuamos con “El Contrato” (6’05), que recrea una situación por la que muchos músicos han tenido que pasar. Un piano obsesivo, junto con efectos, saxo y flauta dan comienzo a esta “discusión”, en la que todos estos elementos se van combinando de forma magistral, hasta llegar a un precioso solo de flauta de Pardo sobre una base totalmente jazzística. La conversación telefónica entre el músico y la organizadora del evento comienza, y al ir haciéndose más acalorada entra un ritmo más rockero, potente, con mucha flauta y un buen solo de guitarra. Un gran final para un gran tema.
De forma calmada, con el clarinete bajo y los platillos como protagonistas, comienza “Nadie Coge El Teléfono” (4’22). Poco a poco entra el piano, los teclados, hasta llegar a un ritmo pausado, muy profundo, sobre el que desfila el clarinete, el piano eléctrico, la guitarra, y como contrapunto a toda esta elegancia, el enfermizo saxo “free” de Marichal. Un gran tema que da paso a “El Rey De La Comedia” (1’45), pieza interpretada en solitario por Juan Belda, que se encarga tanto de la guitarra como del moog, creando un ambiente algo “frippertrónico”. También en solitario se encarga Belda de presentarnos “Nihon” (3’28), en la que escuchamos de nuevo las cintas de campo grabadas en Tokio junto a los teclados, creando una escena de corte electrónico ambiental.
La última parte del disco comienza con “Plastic Islands” (6’20), un verdadero temazo con un poderoso ritmo moderno, con Belda al bajo y Barceló a la batería, sobre el que Jorge Pardo se luce con el saxo, mientras que los teclados y la guitarra sintetizada, también a cargo de Belda, crean una efectiva orquestación de fondo. Me encanta la parte final en la que el saxo y la batería se quedan solos durante unos momentos. Le sigue una bonita e inquietante miniatura, “Sigo Sin Encontrarla” (0’58), interpretada por el bajo de Barbaro y los teclados de Belda, y para terminar, “Prosper’s Own” (2’59), una poesía escrita y narrada por Luis Prosper, una de las figuras importantes del techno de los ’80 en España, acompañado por los efectos sonoros de Belda.
Un disco excelente, valiente, que se mueve con naturalidad en tierra de nadie, y que nos muestra el amor de Belda por el rock progresivo, el jazz, la música electrónica, la música de vanguardia y muchos más estilos. Amor por la música, en definitiva.
Francisco Macias