Por fin tengo en mis manos el esperado último trabajo de Francesco Chiapperini con su extensa formación Extemporay Vision Ensemble, y tras escucharlo varias veces, uno sólo puede rendirse a la genialidad de este compositor y músico italiano, y al talento de sus colaboradores.
Chiapperini nació en Bari, en la región de Apulia, al sur de Italia, en el seno de una familia tradicional católica, y en este nuevo trabajo, “The Big Earth”, ha decidido rendir tributo a las tradiciones y al folklore de su tierra natal. Y lo ha hecho de una manera excepcional, mezclando piezas tradicionales de la Semana Santa de su región, escritas por compositores de la zona del siglo XIX y XX, con temas propios repletos de alegría y energía, derivados del jazz, el free jazz y de la música de cámara. El resultado es una obra maravillosa que nos hace sentir el sentimiento y la tristeza de lo que él mismo denomina “marchas lentas y agonizantes”, pero actualizadas y reinventadas a través de nuevos pasajes que nos llevan hasta la frontera en la que los estilos se confunden para crear algo nuevo. La banda encargada de interpretar esta gran obra está compuesta por:
-Francesco Chiapperini: composición, arreglos, clarinete y clarinete bajo.
-Andrea “Jimmy” Catagnoli: saxo alto.
-Gianluca Elia: saxo tenor.
-Eloisa Manera: violín.
-Vito Emanuele Galante: trompeta.
-Marco Galetta: trompeta
-Andrea Baroncheli: trombón y tuba
-Simone Quatrana: piano.
-Luca Pissavini: violonchelo.
-Andrea Grossi: contrabajo.
-Filippo Sala: batería.
-Filippo Monico: batería y percusión
Nada más poner el Cd, la banda de vientos nos traslada a la Semana Santa de la ciudad de Molfetta, cerca de Bari, de cuya festividad se han extraído todas las piezas no originales del disco. Se trata de “Palmieri” (2’25), del compositor Benedetto Palmieri. Al entrar la batería y el piano su preciosa melodía nos recuerda también a infinidad de películas que en algún momento han reflejado la festividad religiosa en el sur de Italia, o a la música de Carla Bley, que comparte su amor por las marchas fúnebres. De repente, la trompeta se abre paso en un formidable solo y ya estamos en el terreno de “Le Merc D Pelm” (3’00), compuesta por Chiapperini, en la que se crea una maravillosa cacofonía, en la que la trompeta da paso al fantástico piano de Simone Quatrana, al más puro estilo de gente como Keith Tippett o Cecil Taylor, para después recuperar la melodía de Palmieri entre fanfarrias free-jazzeras. Una espectacular entrada que nos hace vislumbrar hacía donde nos dirigimos.
Una bonita introducción de piano solo nos introduce en “Tramonto Tragico” (2’48), de Angelo Inglese, con una melodía puramente italiana de una belleza abrumadora. Sin pausa, un solemne solo de contrabajo de Andrea Grossi nos anuncia que ya estamos escuchando “Gatti” (14’26). Timidamente entra el piano y el clarinete bajo, que va desarrollando su fraseo mientras las tensión orquestal va creciendo. Me encanta como Chiapperini trata este solo, y como va enloqueciendo poco a poco, apoyado al final por las trompetas, más insanas aún. Y de repente, entramos en un club de jazz, con un ritmo clásico, en el que el saxo y el violín interpretan la preciosa melodía de Domenico Gatti, dando paso a un bonito solo de violín de Eloisa Manera, que nos lleva a la reinterpretación de la melodía por la orquesta, al más puro estilo de Nueva Orleans, y a un buen solo de saxo. Una sensacional big band que al final se transforma de nuevo en una banda de Semana Santa en un emotivo final.
El tercer bloque de temas del disco comienza con una larga y maravillosa introducción de violín y violonchelo que nos lleva hasta la melodía principal de “Palmieralzer” (4’25), italiana hasta la médula, con un aire de vals decadente muy propio de la música de Carla Bley, y que se fusiona con “U Conzasiegge” (1’30), corta pero preciosa pieza del compositor calabrés Vincenzo Valente. De nuevo, sin pausa, comienza un pulso de piano genial y ya estamos en “La Segg Aggstat” (6’59), compuesta por Chiapperini, con unos fraséos de vientos y un impresionante solo de piano que nos trasladan a la época dorada del jazz británico. Me encanta como la sección rítmica, tremendamente inquieta, apoya al piano en este ejercicio de free jazz, que después nos devuelve al pegadizo ritmo inicial para dar paso a un fantástico solo de saxo. Toda la banda está espectacular.
La Semana Santa vuelve con la ya conocida tonada de “Gatti (reprise #1) (2’06), y Chiapperini nos ofrece a continuación otra composición propia, “Canigatti” (6’11), iniciándola, como tanto le gusta, con un pegadizo ritmo de batería y trombón. Entra el piano, la orquesta, y entonces el autor nos regala un maravilloso solo de clarinete, seguido de otro de saxo tenor, a cargo de Gianluca Elia, no menos espectacular, con un apoyo formidable del piano, el contrabajo y las baterías.
Las cuerdas son las protagonistas del inicio de la pieza original de Chiapperini, “Le Varc Du Pescator” (6’46). El posterior pulso repetitivo del contrabajo son lo cimientos para crear una pieza con ciertos aires latinos, en la que la orquesta choca, se da paso, interactua, en una locura controlada que nos conduce hasta “Il Pescatore” (7’20), trágica y a la vez maravillosa, escrita por Vincenzo Valente, y en la que el folk y el jazz se dan la mano más que nunca. La forma en la que los saxos juegan sobre la marcha de Semana Santa, creando cacofonías, a juego con las baterías y el resto de la banda, me parece excepcional, ya que potencian el sentimiento de tristeza, conviertendola en una pieza de una belleza abrumadora. El tema termina con un solo de batería, hasta que llega de nuevo la melodía de Gatti en “Gatti (reprise#2) (2’10), que sirve como introducción a “Gattiguli” (3’42), composición de Chiapperini que marca el final del concierto. Una pieza al más puro estilo de su autor, con un pegadizo ritmo de contrabajo, acompañado por la batería y un piano maravilloso, sobre los que se desarrollan los fraséos de vientos y violín, y en el que volvemos a encontrarnos con un solo impresionante de clarinete de Chiapperini, con toda la banda creando momentos impagables en una maravillosa cacofonía.
Como bis para terminar la velada, la banda eligió una fantástica composición del trompetista Pino Minafra, “Fantozzi” (7’34), que se mueve entre el dixieland y la música circense, y que para mí, tras escuchar el disco entero, representa la tragicomedia que es la vida humana. Impresionantes momentos de saxo, violín…y de todos en general.¡Increíble!. Una preciosa forma de finalizar un disco que, sin duda, estará entre los mejores de 2018.
Francisco Macías