Es verdad que en la mayoría de las ocasiones que vuelvo de un concierto y hago una reseña, comento que ha sido algo especial. No es algo excesivamente raro, ya que, unido a la euforia de ver un proyecto que adoras, está el hecho de que tengo la suerte de poder escoger aquellos acontecimientos que me parecen más singulares, y la libertad para trasladarme a donde sea necesario. Esta era otra de esas ocasiones especiales, sin duda alguna. Tras escuchar los dos discos que la Artchipel Orchestra, dirigida por Ferdinando Farao, ha dedicado al Sonido Canterbury y al jazz británico, le comenté al mismo Farao que por favor me avisara cuando hubiese alguna actuación a la vista. Así lo hizo, con la suerte que para este concierto en concreto estaban invitados Keith y Julie Tippett, dos músicos que adoro, y a los que ya he visto otras veces con diferentes formaciones. Esto ha convertido el concierto de Milán en una ocasión única para los que amamos este tipo de música. La cita era en un jardín botánico, al aire libre, entre árboles y plantas, con una capacidad para unas 300 personas, y un fantástico sonido. En el escenario, 21 músicos. A la izquierda, delante, 4 saxofonistas (Rudi Manzoli, Alex Sabina, Germano Zenga y Massimo Falascone), en el centro la viola y el violín (Paolo Botti y Eloisa Manera), y a la derecha, el trombón (Andrea Baronchelli) y 2 trompetas (Marco Fior y Marco Mariani ). Detrás de ellos, los 5 vocalistas (Naima Faraò, Serena Ferrara, Giusy Lupis, Filippo Pascuzzi y Julie Tippett). Detrás de los saxos, Keith Tippett al piano y Massimo Giuntoli a los teclados, y a su derecha el clarinete bajo (Simone Mauri), el bajista (Gianluca Alberti) , el baterista (Stefano Lecchi), y el guitarrista (Giampiero Spina). Y naturalmente, frente a ellos, Ferdinando Farao dirigiéndolos.
La noche comenzó con la preciosa melodía de “Arriving Twice”, pieza de Alan Gowen del primer disco homónimo de Gilgamesh, publicado en 1975, arreglada de forma magistral para la orquesta, seguida de la genial “Moon in June” de Soft Machine, centrada en las partes vocales, pero con espacio para algunos momentos instrumentales, entre los que destacó el solo de guitarra, que obviamente, no existía en la original. Tras semejante introducción, Ferdinando Farao presentó a Keith Tippet y a su mujer Julie, que se unieron a la big band para no marcharse, regalándonos el que quizás fue el mejor extracto del concierto, la adaptación de “Facelift” de Soft Machine. La excepcional y mejorada introducción, la mezcla de cuerdas y vientos en la melodía principal, la calidad y originalidad de los arreglos, la intensidad de la interpretación, el virtuosismo de los solos, primero de saxo soprano y después de saxo tenor, apoyados magistralmente por el inquieto piano de Keith, que también realizó un gran solo, y la energía y belleza del coro de voces, utilizado como un instrumento más de la orquesta al más puro estilo del jazz británico, nos dejó a todos boquiabiertos y muy conmovidos. Una auténtica genialidad y un momento muy especial para los amantes del género, ya que escuchar al matrimonio Tippett tocar en uno de los himnos de Soft Machine no es algo habitual.
Germano Zenga al saxo tenor
Keith Tippett
Continuaron con la preciosa “Kings and Queens”, también compuesta por el desaparecido Hugh Hopper, en la que destacó la introducción de piano de Keith, el emotivo solo de viola de Paolo Botti, y el fantástico solo de voz de Julie Tippett, demostrando su buen estado de forma, con Keith apoyándola y creando bonitas e inimitables figuras de piano de fondo, y ese pulso tan característico de bajo que tiene la composición. Con “Mousetrap” llegó un nuevo torrente de energía. El solo de violín de Eloisa Manera me pareció soberbio, y no digamos el de piano de Keith Tippett. El coro de voces estuvo increíble, e incluso hubo espacio para un corto dueto de voz y trompeta. El espíritu de Hugh Hopper sobrevolaba el escenario, y para mantenerlo ahí, la banda se arrancó con “Noisette”, con unos arreglos muy jazzísticos, y la melodía principal apareciendo y despareciendo constantemente. Un tema que sirvió como una gran excusa para la ejecución de algunos de los mejores solos de la noche, de saxo tenor, de trompeta, de saxo alto, de trombón y clarinete bajo, y un último solo de saxo barítono, de aires “free”, más extenso que los anteriores, que arrastró a toda la orquesta a uno de esos momentos llenos de locura e intensidad máxima propias del free jazz británico, y con Keith Tippett en estado de gracia.
Paolo Botti a la viola
Julie Tippett y Andrea Baronchelli
Dueto trompeta-voz ( Marco Mariani/Giusy Lupis)
Cuando pensábamos que la noche no podía ser mejor, Keith Tippett se levantó para dirigir la orquesta, y comenzó a interpretar un extracto de la cuarta parte de “Frames”, que no es sólo uno de los mejores discos de su carrera (publicado en 1978 bajo el nombre de Keith Tippett Ark), sino que además es uno de los mejores discos que he escuchado en mi vida. La capacidad de Tippett de crear diferentes capas de sonido con la orquesta, pasando de momentos en los que sólo tocan el bajo, la batería y la guitarra, hasta otros donde tocan todos y cada uno de los músicos al límite de sus fuerzas es admirable, utilizando las voces para interpretar la melodía central, que es absolutamente magistral. Tras esta maravilla, Ferdinando Farao se dirigió al público para darnos una gran noticia. En octubre está planeado que la Artchipel Orchestra haga un concierto tributo a Lindsay Cooper en Milán, con Chris Cutler como invitado, y para asegurarse que no vamos a faltar, interpretó un adelanto del mismo. “To Lindsay” es una excelente composición de Ferdinando Farao, e imita tan bién el estilo de Cooper que durante un rato estuve convencido que era una pieza de ella de la que no recordaba el nombre. Maravillosas las voces, y los estupendos solos de saxo alto (brutal), saxo barítono, clarinete bajo y piano eléctrico. Y por si esto no bastaba, para terminar el concierto, Farao escogió otra pieza compuesta por él, una joya titulada “Big Orange”, dedicada al baterista Pip Pyle, y que apareció en disco por primera vez en el ábum “Pollocksuite”, grabado por Ferdinando en 2006. Una pieza muy emotiva, con una melodía preciosa que recoge el espíritu del Sonido Canterbury y el jazz británico de una forma sorprendente y cuya interpretación nos dejo a todos extasiados. En definitiva, una noche muy especial, irrepetible. Quiero darle las gracias a Ferdinando Farao no sólo por avisarme del evento, y por las dos horas que nos hizo pasar, sino también por su cercanía al conocernos y su sincero agradecimiento por el hecho que hubiésemos ido a Milán a verlos tocar. Gracias Ferdinando!
Ferdinando Farao
Francisco Macias