Uno de los carteles que hay que mirar cada año es el del festival de jazz de Londres, ya que durante varios días se celebran decenas de conciertos en varios lugares de la ciudad. Esta nueva edición ha tenido lugar entre los días 15 y 24 de noviembre, y ante la imposibilidad de pasar tanto tiempo allí, elegimos tres días consecutivos en los que había actuaciones que nos interesaban mucho.
Trevor Watts es uno de los saxofonistas más impresionantes del jazz británico. Sus discos con Spontaneous Music Ensemble, Amalgam, Moire Music o la London Jazz Composer’s Orchestra de Barry Guy son algunos de los mejores trabajos de este estilo, en el que el free jazz, el jazz rock, el folk o la improvisación libre se combinan. Esta era una gran oportunidad para verlo tocar de cerca, y si además tenemos en cuenta sus acompañantes, la cita era obligada. A su lado, un viejo amigo, Veryan Weston, uno de los grandes pianistas de la escena británica de los últimos 30 años, y una sección rítmica de lujo, compuesta por el contrabajista John Edwards y el baterista Mark Sanders. Juntos o por separado, estos dos músicos son de los más habituales en las noches de free jazz e improvisación libre en Londres. De hecho. esta era la cuarta vez que veía en directo a John Edwards. La primera vez fue junto a la Dedication Orchestra, el 15 de noviembre de 2014, la segunda, una semana después con Evan Parker, Sten Sandell y Paul Lytton, y la tercera junto al propio Mark Sanders, Paul Dunmall y Liam Noble el 11 de noviembre de 2017.
Un cuarteto de lujo, que nos brindó un concierto memorable el 15 de noviembre, en la sala Purcell Room, situada en el Southbank Centre, ante unos 250 seguidores. Dos sets de 45 minutos cada uno, con 20 minutos de descanso, compuestos por dos improvisaciones cada uno, una corta y otra larga. La intensidad con la que comenzó el concierto adelantaba lo que nos esperaba, y es que estos músicos combinan momentos realmente mágicos e hipnóticos con otros de una energía sorprendente con mucha facilidad. El piano de Weston, a veces melódico, por momentos solemne y habitualmente enajenado, se combinaba tanto con el saxo alto como con el soprano de Watts, que en ocasiones parecía que no necesitaba respirar. Es increíble ver a un saxofonista de 80 años de edad entregado de esa manera y con unas facultades en un estado envidiable. Y todo esto, sobre una sección rítmica muy compenetrada, con dos músicos que se conocen a la perfección. A Edwards parecía que se le iban a caer los dedos en cualquier momento, y Sanders preciso y contundente, dialogando con cualquiera de los músicos que se prestase. Al salir, estuvimos hablando un rato con Veryan Weston, que al saber que éramos de Málaga, nos dio recueros para el fantástico baterista Javier Carmona.
La premiere londinense del álbum “The Blue Shroud” del gran compositor y contrabajista Barry Guy, dedicado al Guernica de Picasso, y publicado en cd por el sello Intakt hace ya más de tres años, fue la razón principal para asistir a esta nueva edición del festival. Una obra maestra en la que el jazz, la música barroca, la música contemporánea, la improvisación libre y el folk se dan la mano de una manera que pocos compositores pueden conseguir. Así que el sábado 16 regresamos a la Purcell Room, con una acústica excelente y un público realmente interesado y respetuoso para vivir una experiencia inolvidable. En el escenario, Barry Guy al frente, dirigiendo la orquesta y tocando el contrabajo, acompañado por la famosa vocalista griega Savina Yannatou. A su derecha, la sección de cuerda. con la violinista Maya Homburger, la violista Fanny Pacoud y Ben Dwyer a la guitarra española. Detrás de todos , a la izquierda del escenario, el pianista Agustí Fernández, uno de los grandes improvisadores de nuestro país. La sección de vientos estaba formada por Percy Pursglove (trompeta), Michael Niesemann (saxo alto, oboé), Torben Snekkestad (saxos soprano y tenor), Per Texas Johansson (saxo tenor y clarinete), Julius Gabriel (saxos barítono y soprano) y Marc Unternährer (tuba). Para completar la formación, dos tremendos bateristas, Lucas Niggli, al que teníamos en primer plano a la derecha del escenario, y el gran Ramón López, que por desgracia estaba más atrás y no era fácil verlo tocar.
Música repleta de contrastes, entre trágica y esperanzadora, entre melódica y disonante, con preciosas melodías de Biber y Bach entrelazadas a la composición original de Barry Guy, y estallidos de energía con todos los músicos implicados. Harían falta varios folios para describir este concierto detalladamente, pero de todo lo que vivimos, me quedo con la sensibilidad de Maya Homburger tocando el violín barroco, los detalles de guitarra española, cuyo sonido resultaba precioso entre los vientos y las cuerdas, la energía y la mala leche del baterista Lucas Niggli en los momentos álgidos, la belleza del sonido del contrabajo de Barry Guy o las partes de piano de Agustí Fernández, y como no, la actuación vocal de Savina Yannatou, excelente tanto en las partes líricas, como en las improvisaciones vocales. Una velada increíble.
La última noche de nuestra estancia en Londres no podíamos pasarla en otro sitio que no fuese el Vortex. No me canso de repetir lo maravilloso que es asistir a alguna actuación en este mágico lugar. La visita a Londres de la fantástica pianista y compositora norteamericana Angelica Sanchez fue una gran ocasión para organizar una velada de free jazz improvisado con tres grandes músicos de la escena británica que suelen tocar juntos, el saxofonista Paul Dunmall, uno de mis preferidos de los últimos 30 años, el también saxofonista John O’Gallagher, y el baterista Mark Sanders, del que ya hemos hablado.
Bajo el nombre de Angelica Sánchez Quartet hicieron dos pases de unos 40 minutos cada uno realmente excepcionales. A Dunmall y a Sanders ya los hemos visto en directo varias veces y sabemos lo salvajes que son, pero nunca había tenido en frente a John O’Gallagher, y me quedé impresionado. ¡Que forma de tocar el saxo alto, y de que manera lo combinó con el saxo tenor de Dunmall!. Además, Sánchez estuvo sobresaliente en el piano, sorprendiendo tanto en la improvisación colectiva, como cuando se quedaba sola con Sanders, o en la parte en la que improvisó sola, regalándonos unos momentos increíbles. Y todo esto a pocos metros de distancia, sentado frente a ellos, con un silencio sepulcral en el club, y con la posibilidad después de acercarte y hablar con ellos mientras toman una cerveza. De hecho, aproveché para charlar un momento con Paul Dunmall, y amablemente, accedió a sentarse y firmarme algunos Cds. Un broche de oro para nuestro mini festival de jazz londinense. Un verdadero lujo haber podido asistir.
Texto: Francisco Macías
Fotos: Carla Martínez y Francisco Macías