El Círculo de Willis – Retales (2015)

Hace ya varios meses que se publicó el último disco de El Círculo de Willis, Retales, pero hace tiempo que quería hacer algún comentario. Bueno, ¿y de qué trata este nuevo álbum bajo la producción ejecutiva de Francisco Macías? Si lo comparamos con su predecesor, que era un disco tremendamente elaborado, espacial, atmosférico, muy variado; en contraste nos encontramos con un torrente brutal de fuerza de menos de 40 minutos.

Con Gonzalo Solas a la flauta y saxo, Iván Pozuelo a la batería, Sergio Segovia a la guitarra y teclados, y Tomás Fernández al bajo y sintetizadores, Retales parece un desahogo de sus músicos, de una intensidad sin altibajos que apenas tiene momentos de relax. Por supuesto, no faltan las cabalgadas espaciales, las atmósferas a lo Gong, o hipnóticos efectos electrónicos; pero aquí el metrónomo y la batería de Iván Pozuelo apenas dan licencias lisérgicas. El disco tiene guitarras setenteras; elementos electrónicos modulantes, vibrantes y envolventes; órgano por doquier; piano eléctrico (en lugar del acústico tan presente en Fábulas); y mucho protagonismo melódico de los vientos, especialmente del saxo. Se aprecian influencias que van desde las bandas sonoras de cine negro de los sesenta, hasta el John Zorn hardcore, pasando por el funk, música latina, ritmos prácticamente klezmer, o el trash metal. En algunas partes, la fuerza de la sección rítmica con ese sonido setentero, la presencia de los vientos y las atmósferas electrónicas me traen a la mente muchas de las producciones de jazz-rock progresivas alemanas de los 70, además de las obvias influencias más psicodélicas. En definitiva, estamos ante un disco de rock progresivo (la pieza inicial de 19 minutos, «Puerta 186», es toda una declaración de intenciones) con sabor añejo, pero con personalidad y una enorme frescura. Un verdadero cañón de intensidad que se me ha hecho realmente adictivo, realizado por una de las grandes bandas nacionales del presente siglo.

Y para muestra, un botón: el tema que cierra el disco, “Nube9”: space-funk, saludos de Daevid Allen desde el cielo, y leña, mucha leña al mono.

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