Parece ser que Leonardo descubrió en 1999, por casualidad, en internet, la existencia de una banda llamada Soft Ware que había dado un concierto en Alemania en un festival de jazz. El grupo estaba formado por Elton Dean, Hugh Hopper, John Marshall y Keith Tippet. En esa época Leonardo trabajaba en Nueva York con el sello Jazz Magnet Records, y pensó que sería interesante grabar un disco de esta formación. En diciembre de ese mismo año se puso en contacto con Elton Dean, al que ya conocía, pero no fue hasta junio del 2000 cuando se vieron en Nueva York. Dean no viajaba a esta ciudad desde 1971, y lo hizo para tocar con una banda liderada por Joe Gallivan, en la que tocaba, entre otros, Evan Parker. Durante la reunión con Leonardo, mostró su interés por continuar con el proyecto de Soft Ware, pero al ponerse en contacto con el resto de los componentes se encontraron con que Keith Tippet no queria participar de forma regular con la banda. Tenía muchos trabajos encargados y se ofrecio solamente para tocar de forma esporádica con ellos. Llegados a este punto, me gustaria aclarar que muchos compositores de jazz británico, como Graham Collier, Michael Garrick, Mike Westbrook, o el mismo Tippet, han logrado vivir de la música gracias, entre otras cosas, a que distintas asociaciones artísticas, tanto musicales como teatrales o de diversa índole, de muchos paises, les han encargado trabajos a lo largo de los años para cierto acontecimientos importantes para ellos (es lo que en inglés se denomina “Comisioned Work”). Volviendo a nuestros protagonistas, la negativa de Tippet paralizó el proyecto y no se volvió a hablar de él. Leonardo creó su propio sello unos meses después, y no fue hasta mediados de 2001 cuando un amigo japonés le volvió a plantear el tema comentándole que tenía unidos a tres ex miembros de Soft Machine y que sólo hacia falta uno más para montar un Soft “algo”. Leonardo pensó en Dave Stewart, pero cuando se lo comentó al resto de la banda se negaron tajantemente. Parece ser que Stewart es una persona bastante insoportable y con mala reputación dentro del mundo del espectáculo. A final de año, Leonardo acudió a San Juan Capistrano (entre Los Angeles y San Diego), a un concierto de Allan Holdsworth. Un amigo común les presentó, y en la conversación salió el tema de Soft Ware. Naturalmente, el guitarrista conocia muy bien a John Marshall, y aunque no conocía personalmente a Dean y Hopper, sabía que clase de músicos eran. Todos el mundo estaba de acuerdo, así que se pusieron en marcha. Durante las sesiones de grabación del disco, en junio de 2002, se decidió cambiar el nombre de Soft Ware por el de Soft Works. Se planteó publicar el disco lo antes posible para comenzar una gira por Japón y otra por Europa como teloneros de King Crimson, pero fue imposible ya que Holdsworth decidió hacer él mismo las mezclas del disco, algo que le llevó mas tiempo de lo que se suponia, debido en gran parte por un divorcio muy problemático. Finalmente, el álbum se publicó en la primavera de 2003 en Japón, y en el resto del mundo en otoño.
El álbum comienza con “Seven Formerly” (10’22). Nada más leer el título nos viene a la memoria uno de los temas más importantes de los compuestos por Elton Dean en los ’70, “Seven For Lee”, y es que, efectivamente, está basado en este clásico. Comienza con la guitarra sintetizada creando una base sobre la que Dean improvisa de forma pausada, junto con el bajo y la batería. A los 3 minutos Hopper introduce el riff de “Seven For Lee”, mientras que Dean no para de tocar. Sólo se detiene cuando Holdsworth hace un corto solo de guitarra, pero vuelve con más fuerza, acompañado por un enorme John Marshall, que hace gala de su imaginación y habilidad, en un segundo plano, pero siempre presente. Hay dos detalles que nos indican que esta pieza no es exactamente una versión de “Seven For Lee”. El primero es que mientras la composición original estaba compuesta exclusivamente por Elton Dean, esta está acreditada a Dean y Marshall. El segundo consiste en que Dean no interpreta en ningún momento la melodia central, tan característica, del tema original, sino que utiliza su riff para improvisar de forma diferente. Le sigue “First Trane” (11’35), compuesto por Hopper. Es una pieza que a mí me relaja muchísimo. Está interpretada sin prisas, sin cambios bruscos de ritmo. La música fluye de forma natural, con Dean como protagonista, apoyado por el Marshall más jazzístico y por la inconfundibles líneas de bajo de Hopper. Holdsworth se encarga de adornar los fondos, hasta que efectua su solo, bastante comedido y muy bonito. Continuamos con otra composición de Hopper, “Elsewhere” (8’01). Comienza con los paisajes sonoros de la guitarra sintetizada de Holdsworth, hasta que entra con fuerza la sección rítmica, y Dean nos ofrece uno de los mejores solos de saxo alto del disco. ¡Genial!. Le sigue un solo de guitarra más relajado, que enlaza de nuevo con el saxo. Un gran tema que tan solo palidece un poco con el fade-out final.
“K-Licks” (6’50) es una versión de “Calyx”, pieza compuesta por Phil Miller para Hatfield and the North. Comienza con el bajo fuzz y el saxo, apoyados por la guitarra y la batería. Dean no deja de tocar el saxo alto en ningún momento, jugando con la melodia original e improvisando. Continuamos con dos composiciones, muy diferentes entre sí, de Elton Dean. La primera es “Baker’s Treat” (5’40), preciosa balada interpretada con saxello, y en la que también encontramos un buen solo de Holdsworth, con el piano eléctrico de fondo, todo sobre una base jazzística. La segunda es “Willie’s Knee” (5’17), la pieza más divertida del disco, con un ritmo de bajo y piano eléctrico muy pegadizo, y Dean y Holdsworth encargándose de los solos. ¡Fantástica!
Hopper y Marshall son los responsables del tema que da título al álbum, “Abracadabra” (7’34). Tras un misterioso principio de saxello y soundscapes, entra la sección rítmica, totalmente libre, muy activa, y el increible saxello de Dean. Holdsworth hace un buen trabajo con la guitarra sintetizada. Una gran pieza cuya melodia tiene un cierto regusto andaluz. El disco se cierra con “Madame Vintage” (4’52), que consiste practicamente en un duelo entre la batería y la guitarra, compuesto, como no, por Holdsworth y Marshall.
Reconozco que este es un disco que he aprendido a valorar con el tiempo. Cuando lo compré me esperaba algo parecido a lo que Soft Machine hacia a mediados de los ’70, y me encontré con una música mucho más cerca del jazz que aquella. Ahora me parece un gran disco, deudor, naturalmente, de la trayectoria musical de sus miembros en las décadas de los ’80 y ’90.
Francisco Macias