Uno de los descubrimientos musicales más valiosos que me pudieron hacer en su día fue el jazz británico, gracias a Fran Macías. En la extinta tienda física Discos Pat conocí el Rock progresivo italiano, el Rock en Oposición, a John Zorn, el jazz-rock alemán… Soy consciente de que es muy probable que, conociendo mi curiosidad y la cantidad de información a la que se puede acceder a través de internet, al final llegara de alguna manera a sumergirme en esos terrenos. Pero conociendo los límites entre géneros musicales que suelen establecerse y la información a la que uno puede acceder en castellano, dudo que hubiera pasado lo mismo con el jazz británico. De hecho, me ha ocurrido que, hablando alguna vez con aficionados al jazz y grandes coleccionistas, he terminado mencionando este estilo, y por lo general me he encontrado con que lo desconocen casi por completo. Así que me he visto en la obligación de, sin ser yo un experto y conociendo a gente con muchas más horas de escucha en este campo, intentar escribir al menos una lista de diez discos imprescindibles del jazz británico. ¿Podrían ser otros? Por supuesto, pero estos me encantan. Además, esto no es como una lista de jazz americano, en la que ya sabes cuáles van a ser los dos primeros:
Graham Collier – Down another Road (1969)
Graham Collier sin duda estaría en el podium de los más grandes. Elegir un disco es harto difícil, ya que TODO lo que he escuchado de él es fantástico. Si he elegido este álbum, obviamente, es porque me encanta. Éste es otro de esos discos que, aunque es puro jazz, los grooves nos recuerdan al rock; el tema «Down another Road» que abre el álbum ya nos lo muestra. Pero este disco también cuenta con temas menos directos, y quizá más elaborados y libres… como la maravillosa «Danish Blue». Esta pista, así como gran parte del disco es una continua demostración del fantástico talento tanto de Karl Jenkins con el oboe como de Harry Becket con el fiscorno. Es muy destacable también el tema “Lullaby for a lonely Child”, una preciosidad compuesta por Jenkins, que algunos recordarán por su versión en el segundo disco de Nucleus. Hay que tenerlo. Aquí tenéis el informe discográfico sobre Graham Collier para más información.
Mike Westbrook – Marching Song (1969)
Un álbum enorme que relata musicalmente el discurrir de la guerra de Vietnam, y que por momentos parece que estás viviéndola. Pasajes con cierto aroma a Mingus, secciones que recuerdan a Carla Bley, momentos puramente free, composiciones que estremecen por su expresividad… Me resulta realmente difícil elegir un solo disco de Westbrook, porque hay unos cuantos que podrían entrar perfectamente en esta lista, pero cuando lo escuchas tienes la sensación de que estás ante algo superior… No comento más porque ya tenemos una reseña hablando en profundidad de esta maravilla.
Neil Ardley/Ian Carr/Don Rendell – Greek Variations (1969)
Neil Ardley es el principal compositor para grandes orquestas y arreglista de su generación, algo así como el Gil Evans británico. Entre sus obras destaca la maravillosa trilogía Greek Variations – Symphony of Amaranths – Kaleidoscope of Rainbows. De todas éstas quizá la primera obra es la más imaginativa, más arriesgada y con influencias más variadas, donde además destaca la presencia de los grandes Ian Carr a la trompeta y Don Rendell al saxo. Greek Variations es un álbum con dos partes bien diferenciadas, segmentadas por las dos caras del LP original. La primera es una impresionante pieza orquestal compuesta por varias partes muy bien ensambladas, con un precioso tema principal y unos arreglos y un tratamiento de la orquesta absolutamente magistral. El colorido de esta pieza es tal que no recuerdo haber escuchado algo que me llamara tanto la atención en un contexto fuera del jazz. La segunda parte está compuesta por 7 temas buenísimos, entre los que destaca el uso de una formación muy cercana a Nucleus, pero un año antes, tocando temas de puro jazz-rock. ¡Es increíble que se grabara en 1969! Una obra maestra.
Michael Garrick – The heart is a Lotus (1970)
Este disco es una debilidad personal. El ambiente que envuelve a esta música es mágico. Es un jazz modal de una enorme elegancia, con influencias orientales, melodías puramente británicas e, incluso, un tema bop. Garrick usa en varias piezas el clavicordio como instrumento de acompañamiento, y junto con la maravillosa voz de Norma Winston hacen que el disco fluya como la seda. Puede recordar cierto aire coltreaneano en los ostinatos de contrabajo y teclado. Temas como The Heart is a Lotus, Voices o Temple Dancer son motivos suficientes para amar este estilo de jazz. Y el cierre con Rustat’s Grave Song es la mejor manera de acabar un disco con los pelos de punta y los ojos húmedos. Este es un disco que tiene la maravillosa cualidad de gustar tanto al melómano más experto como a cualquier persona con una mínima sensibilidad artística. Eso dice mucho de la grandeza de esta obra.
John Surman / John Warren – Tales of the Algonquin (1971)
John Surman es uno de los músicos de jazz británico con mayor proyección internacional. Para algunos es conocida su colaboración con el sello ECM, pero lo que conozco de su obra previa en Inglaterra es lo que verdaderamente me gusta. En este caso se acompaña de otro compositor y gran saxofonista: John Warren; añadiéndose a Alan Skidmore, Mike Osborne y Stan Sulzmann; con lo que estamos ante un verdadero All Star de saxofonistas británicos de la época. Este disco tiene una orquestación que recuerda mucho a los discos de Westbrook, quizá no con melodías tan memorables, pero con un nivel interpretativo apoteósico, solos buenísimos, contrapuntos y movimientos melódicos entre los vientos magistrales. La intensidad por momentos es muy alta, y la suite “Tales of the Algonquin”, con influencias de la música académica contemporánea, es uno de los picos compositivos que he escuchado de este estilo.
Graham Collier – Mosaics (1971)
Graham Collier es es el único músico del que repito disco, pero es que si hay alguno repetible es él, y no podía dejar de lado este álbum, uno de los primeros que escuché de toda esta música. Es una obra muy especial en su concepción. Tal y como su nombre indica, está compuesto por partes independientes entre sí, que según se disponen forman una estructura mayor, como un mosaico. En realidad estas partes se pueden disponer de diferentes formas, como de hecho hacía en otras ocasiones que lo interpretaba. Las partes a instrumento solo (que llama cadencia) sirven como transición. En este caso, el ambiente generado por la propia interpretación (es en directo), con sus solos, cadencias e improvisación dirigida, con partitura abierta, es espectacular. Te mantiene en tensión, deseando seguir cómo se desarrollan los acontecimientos, pendiente del continuo contraste entre partes, solos. Es un verdadero viaje musical. Esta fue la primera vez que escuché el piano de Geoff Castle y verdaderamente me sorprendió, en muchos casos guía a la banda y genera la atmósfera necesaria para que se efectúen las transiciones. Alan Wakeman tiene aquí una actuación muy buena, y Harry Beckett.. como siempre… impresionante. Para mí es un disco necesario que me abrió los ojos a este estilo. Aquí tenéis el informe discográfico sobre Graham Collier para más información.
Nucleus – Solar Plexus (1971)
Si hay que poner un ejemplo de disco de jazz británico eléctrico o puramente jazz-rock, creo que Nucleus es la banda más representativa. Podría haber elegido Soft Machine perfectamente, pero quizá Nucleus tenga una vinculación más directa aún con la escena jazzística. Teniendo en cuenta que probablemente cualquiera de los cuatro primeros discos de esta banda podría estar aquí, he elegido el tercero, Solar Plexus, porque con el tiempo es el que para mí ha ido ganando más. A diferencia de los álbumes anteriores, aquí Ian Carr se convierte en el único compositor de todos los temas. Las melodías están especialmente inspiradas, la fuerza rítmica que alterna continuamente entre el rock, el jazz y el funk, y la presencia de más vientos con esos arreglos puramente británicos lo hacen irresistible. Melodías y arreglos como los de Changin Times, riffs como el de Bedrock Dedlock, solos como el de Brian Smith en Torso sobre esa melodía de herencia Westbrook… Y la más compleja, larga, milesiana y a la vez con una base tan “típicamente Nucleus”: “Snakehips dreams”. Seguramente estamos ante uno de los mejores álbumes de jazz-rock de la historia, y un enorme ejemplo de la propuesta británica.
Ninesense – Happy Daze (1977)
Esta agrupación de 9 músicos británicos liderados por el gran Elton Dean es una de las más grandes que hayan existido. Con un bagaje que va de las grandes orquestas al free jazz y al jazz-rock, estos músicos hacen un disco que es una auténtica bomba, y enomemente variado. Desde piezas de enorme solemnidad como “Nicrotto”, pasando por una de las melodías más memorables de este estilo, como es “Seven for Lee”, momentos puramente free como en “Fall in Free”, memorables solos de Elton Dean, Alan Skidmore o Keith Tippett, el brutal acompañamiento rítmico de la pareja de sudafricanos Harry Miller y Louis Moholo… Un disco imprescindible y que muestra en su esplendor a nueve de los más grandes músicos británicos.
Keith Tippett Ark – Frames (1978)
Este disco no sólo está entre mis favoritos del jazz británico, sino de todo lo que he escuchado, sea cual sea el género o estilo. 4 temas largos dispuestos repartidos en dos discos bastante diferentes entre sí para una gran orquesta. Keith Tippett muestra su magisterio a la hora de mover masas orquestales en piezas que se desarrollan a partir de pequeños motivos o células muy simples, que se mueven entre los distintos instrumentos, se desarrollan y son la base de algunos solos antológicos. El disco se mueve desde el caos free más absoluto (siempre dentro del esquema predispuesto por Tippett), piezas de un preciosismo y una sutileza absoluta, y secciones obsesivas con cierta influencia de la música repetitiva (Tippett reconoce como influencias el “Einstein on the Beach” de Phlipp Glass, así como los clásicos británicos del siglo XX: Vaughan Williams, Britten, Elgar).Un álbum que trasciende estilos, y que merece una reseña más profunda, que quizá llegue algún día.
Barry Guy / London Jazz Composers Orchestra – Harmos (1989)
Me parecía necesario poner un ejemplo de la vertiente más arriesgada y una de las más innovadoras que he escuchado. El caso es que no podía obviar un disco del que se ha escrito no una, sino dos entradas en este blog, dada la pasión que sentimos por él. Poco más hay que decir para un disco que me marcó.
Este estilo es una de esas maravillas musicales del siglo XX que ningún melómano debería pasar por alto.
Hace unos meses he descubierto este blog y es una auténtica maravilla. Muchísimas gracias por compartir con tanto esmero vuestros conocimientos sobre estas músicas.
Muchas gracias a ti por tu comentario, Francisco.
Complimenti vivissimi. Posseggo almeno il 50% di questi dischi e condivido le opinioni del redattore. Very good!!!!